Hace doce años entendí algo muy importante acerca de la
amistad. El cariño, afecto o amor que uno siente por sus
amigos, tiene poco o nada que ver con cuanto te pareces a
ellos, cuan de acuerdo estas con sus ideas políticas,
preferencias deportivas o su condición sexual; no está
limitado por lo bueno o malo de las experiencias
compartidas, ni por el relación familiar ni la cercanía o
lejanía de tipo social o económica.
Entendí que el verdadero amigo es al que quieres, incluso
cuando absolutamente todo, conspira en contra de la
relación. Cuando ante todo conflicto, diferencia de parecer
o pelea, uno no puede mas que responder: “Se que no
debería ser así, pero no puedo hacer nada, es mi amigo”
A tus amigos los quieres a pesar de todo, a pesar de uno
mismo e incluso, a pesar de ellos mismos.
Por eso el día de hoy me da mucho gusto hacer entre
amigos, este espectáculo que habla de la amistad. Pues
todo el equipo, desde los protagonistas, la producción y los
diseñadores somos mas que compañeros de trabajo.
Juntos hemos reído, discutido y a veces luchado
intensamente por nuestras respectivas posiciones en este
proceso. Y también hemos dicho, enfrentados ante un
terco obstáculo, o una insufrible característica personal de
alguno de nuestros cómplices: “no puedo hacer nada, lo
quiero, es... mi amigo”
Aahh, qué lindo post... encontré este blog de casualidad, y me di con una sorpresa que me endulzó la amargura que a veces me deja conversar con mi amigo de Alemania, a quien quiero con todo mi corazón y, tal como dices, a pesar mío y a pesar de él; a pesar de su racismo que me duele, o a pesar de mis "excesos por querer ser linda" como él me dice. Pero entonces recuerdo cuando llegué a Berlín a conocerlo en persona: me vio, me abrazó, tembló... y lloró en mi regazo. Le dije "your Mari is here, to say you I love you". Me besó las manos, me llevó todo el camino tomada de la mano o abrazada, me besaba mi cabeza. Sí; quizás "no puedo hacer nada, lo quiero, es... mi amigo".
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